EL MAR DE TETIS
Cruzo el desierto y camino bajo el mar que se fue. En la carretera el automóvil es mi submarino.
Si cierro los ojos, peces milenarios se acercan a ondulantes plantas, hay un cielo de agua que murmura con diferentes voces. Piso calles; las cabelleras de los paseantes son medusas. El Cerro de la Gloria –isla persistente- y los granos de sal blanqueando el suelo, huelen a caballos de mar.
Si limpio mi sudor y el calor cincela cada músculo, recuerdo: la humedad fue generosa, sobreviven peces del desierto en el agua que murmura bajo el suelo. Si parto una piedra, su brillo sugiere estrellas inmóviles.
Por eso cuando sopla el viento en el desierto yo no extraño el mar.
Extraído de Carne para las flores. Antología personal. Aullido Libros, España, 2010.